Hola de nuevo a vosotr@s, lectores y lectoras.
Antes de nada, daros las gracias por la cantidad de visitantes que os habéis pasado por este blog desde que se inauguró (¡hace ya más de una semana!). Estoy muy contenta, la verdad. Me agrada saber que interesa, y tengo la certeza de que muchos de los que entráis, me apoyáis,... y eso me sirve de mucho, os lo aseguro. Mil gracias a tod@s.
¿Sabéis? El vitíligo se lleva bien o mal dependiendo de su extensión, ubicación, de la manera de ser de la persona enferma e inclusive de la gente que esté a su alrededor. Porque no es lo mismo tener manchas blancas en la punta de los dedos que en toda la mano, tampoco es lo mismo que tengas una mínima despigmentación en la comisura de los labios que en toda la frente o que seas una persona que pasa de todo lo que le digan con respecto al vitíligo y no una niña a la que todo le afecta: miradas, cuchicheos, preguntas, etc.
Yo soy una chica generalmente tímida por diversas razones, una de ellas es el vitíligo (las otras quizás las incluya en otro blog, jaja). Me reprimo demasiado, no digo cosas que realmente me gustaría expresar o no me comporto como yo hubiera deseado en momentos determinados. ¿Por qué? Pues por el miedo a llamar la atención y que se fijen en mí tanto como para que vean los efectos de la enfermedad (y otros defectos). Me cuesta a veces demasiado querer ser quien soy verdaderamente y eso ... bufff... produce muchísima rabia. ¡Si es que hasta soy graciosa! Pero me callo la mayoría de las veces, me escondo detrás de mi largo cabello, bajando la mirada y escuchando a los demás.
La gente... no creo que sea mala y desprecie a personas por el echo de padecer vitíligo, pero en ocasiones, tan sólo una mirada hace daño. Se fijan en lo que no ven a menudo, y se fijan mucho. Es como cuando miras lo que han colgado en un cable de la luz (unas deportivas, por ejemplo. Aquí en Santiago ya las he visto dos veces) y te resulta extraño, lo vuelves a mirar una y otra vez... Con esto es igual. Y en esos momentos soy un bicho raro, siento vergüenza de cómo soy, me pregunto una y mil veces cómo sería sin esas manchas... y suspiras.
Pero... ¿sabéis lo bueno? Yo sí lo sé. Tengo amigos y amigas que me apoyan mucho, que me quieren, que no dudan de mi carácter gracioso (uhm... porque creo que no se ríen por cumplir... jaja). Los cuento quizás sólo con una o dos manos, pero los cuento, están ahí y sé que no dejarán de estar. Que se fijan en mí no por las manchas, sino porque siempre voy vestida con prendas lilas y están ya hartos de mi obsesión por susodicho color o situaciones similares. Y luego mi familia, la que me apoya indudablemente. Mis padres son los que están encima mía para que lleve el tratamiento como tiene que ser y no me desmorone en momentos determinados. Mis hermanos meten cizaña a veces, pero con todo el amor fraternal que pueden. También hay otra persona a la que le tengo que agradecer, quizás demasiado, todo el ánimo que me brinda: mi novio. Sí, es la persona que me quiere con todo lo que tengo: vitilígo, camiseta lila, pendientes de aro, mirada intimidatoria, cabello largo, chaqueta lila, miopía, hoyuelo en la mejilla izquierda, etc.
En cualquier aspecto de tu vida, si tienes gente así a tu alrededor, tienes algo que se llama FELICIDAD.
Muchas gracias a tod@s.
Lucy